Ya basta de argumentos falaces que tratan de autoengañar a quien se los repite a si mismo una y otra vez y de paso a quien pasa por ahí y los escucha. Que los DJs produzcan música no es una moda ni un artificio de la industria actual, es lo que ha sucedido siempre y lo que siempre debería seguir sucediendo. Tópicos como “el respeto por la música” son sólo excusas para no salir de una zona de comfort sumamente limitada, porque si eres DJ y nunca has pretendido hacer música es que no tienes sangre en las venas y tu amor y respeto por la música no va más allá de la palabrería y el bienquedismo.
Viajemos en el espacio y el tiempo hasta uno de los caldos primigenios del DJ: Jamaica y la era dorada de los sound systems. Aquí el DJ gozaba de cierta fama local, pero se la tenía que ganar currando como un animal, y desde luego no sólo pinchando. El negocio de los sound systems no era tan parecido como mucha gente cree a las actuales discomóviles, especialmente en lo referido al papel del DJ, que era habitualmente un empleado más del sound system pero con responsabilidades ciertamente especiales. El DJ además de poner música solía ser responsable del diseño del equipo sonoro, incluso puede que de parte de su fabricación, y desde luego de su mantenimiento diario; por otra parte era frecuente que los diferentes sound system que ofertaban ocio compitieran por ofrecer música exclusiva, pero eso no se lograba consiguiendo discos antes que nadie, se lograba haciendo sus propios discos. Y eso era también una labor que solía estar asignada al DJ.
Frecuentemente los empresarios locales que invertían en montar un sound system pagaban por montar un pequeño estudio donde sus DJs pudieran trabajar en la producción de nuevos discos, que habitualmente eran remezclas de bases rítmicas de otros discos sobre las que se grababan nuevas pistas instrumentales o vocales. Incluso algunos invertían en disponer de una pequeña factoría de manufactura de discos donde planchar las copias de las creaciones gestadas en el estudio y ponerlas a la venta en el propio sound system; si tu disco era original y además alguien había cantado un buen toasting sobre él, probablemente se venderían todas las copias en una noche o dos. Estábamos pues ante la implicación del DJ en tareas de producción en los propios orígenes del DJ profesional.
Hagamos un poco de fast forward temporal y cambiemos de coordenadas; aterricemos en el New York de principios de los 70. Los hijos de los inmigrantes jamaiquinos y otras islas del caribe recrean ambientes similares a los de los sound systems en los bajos de los edificios de viviendas baratas en los que viven, son las block parties. La música es distinta, pero el espíritu es similar, y aunque los medios económicos no dan para grabar discos los DJs tratan de crear un directo nuevas piezas musicales tomando los fragmentos instrumentales y bailables de discos de funk, y usando dos copias enlazar y repetir en un bucle sin fin lo mejor de las canciones para que los b-boys y b-girls bailen sin parar. Esta idea alrededor de la que las block parties cobraban vida, sirvió para que algunos de los más avispados DJs crearan después bases rítmicas sobre las que sus colegas MCs pudieran rapear en los discos: los DJs inventaron el hip-hop amigos, y no lo inventaron dejando el culo en una silla y diciendo “que respetaban mucho la música como para cambiarla”, lo hicieron manipulando esa música directamente desde los vinilos en los que estaba.
Pero el hip-hop no fue el único género que recibió el toque mágico de los DJs. En la misma época Tee Scott introdujo en sus sesiones un tercer plato, pero no para poner música, si no para introducir efectos de sonido encima de las reproducciones de otras canciones: estaba creando el remix en directo. Posteriormente Tee Scott se hizo remezclador profesional y realizó más de 150 encargos para crear las versiones destinadas a pistas de baile de muchas canciones. Larry Levan por su parte tampoco se conformó con ser un selector musical y realizó un trabajo similar al de Tee para el sello discográfico SalSoul. ¿Todavía sigues pensando que el que un DJ se dedique a tareas de producción es una moda actual?
Volvamos a viajar en el tiempo y el espacio, y vayamos a Bélgica, concretamente a finales de los 80. El género denominado por los medios de comunicación como “new beat” se hace dueño de las ondas, algo que comenzó con DJs pinchando a menos revoluciones vinilos de EBM, haciéndolos más oscuros y opresivos, tanto en el sonido como en las sensaciones que transmitían. Muchos DJs se alían con músicos para crear su propio sonido “new beat”, y prueban en las mismas salas en las que pinchan sus producciones llevando las canciones cintas de grabadoras Revox, analizan el impacto sobre la pista de baile, y hasta encargan in situ a sus amigos músicos los cambios que deben realizar en las canciones para que funcione mejor en pista. El sonido new beat tuvo mucha influencia en lo que se conoció como la “ruta del bakalao” de Valencia, y por supuesto la forma de producción de este sonido, involucrando a DJs y a músicos experimentados en geniales combos de producción fue también adoptado por los montones de pequeños sellos discográficos nacieron en los bajos de la ciudad levantina durante esta explosión cultural.
Si tras leer todo esto sigues creyendo que la tarea de DJ y el mundo de la producción son cosas paralelas que no se deben encontrar, y que es algo autoimpuesto por la actual escena musical, es que o eres muy vago o no quieres enterarte. Es muy lícito ensalzar la tarea del DJ como la de experto selector, analista de las pistas y difusor cultural, pero la cosa no debería acabar ahí. El DJ debe implicarse activamente en la experimentación y metamorfosis musical que da lugar a los cambios, los avances, las chispas que prenden la mecha de las nuevas explosiones musicales. Es prácticamente una obligación que no debería ni hacer falta recordar, ya que el propio amor por la música del DJ, si es que es real, debería impulsarle a tratar de plasmar su creatividad en forma de remezclas, edits, o directamente nuevas creaciones musicales. ¿No sabes usar un secuenciador, una caja de ritmos, o no sabes tocar ningún instrumento? ¿No sabes desenvolverte con una mesa de mezclas de estudio? ¿Te parece magia negra manejar un editor de audio? Pues aprende, que nadie nace sabiendo, y el saber (que es un placer) no ocupa lugar. Pero por favor, si decides no intentarlo, si decides quedarte en tu zona de comfort y no arriesgarte a poner una patita fuera no sea que te mojes o tengas frío, por lo menos no te inventes excusas malas; admite que no lo haces por perrería, por vagancia, por desidia, o porque sencillamente no eres creativo, pero no te saques de la manga discursos vacuos, inventados, irrelevantes y falaces sobre que el DJ es DJ y el productor es productor y no deben cruzarse, porque desde que el DJ es DJ siempre ha intentado formar parte de la creatividad que mueve la música en el mundo. Y las mentiras no pueden cambiar la historia.
Vaya gilipollez de texto. Está claro que ha habido djs que se han pasado a la producción y lo han bordado. Pero la escena actual está llena de productores pinchando en salas y la mayoría de sus sets no pasan de aburridos podcasts planos que apenas transmiten. Por no hablar de que se está pasando del discurso libre del dj no asociado a ningún sello a monografías del sello tal o pascual.
Nadie dice que se separen los caminos entre sí y productor, pero mejor que cada uno se dedique a lo que se se le dé mejor y en lo que pueda aportar algo. Aunque ya veo que el mundo del periodismo últimamente está tan masificado como el musical.
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